Un mundo sin fin

Muchas ganas tenía de hincarle el diente a la continuación de la exitosa novela "Los Pilares de la Tierra", novela que, a la postre, ha sido durante muchos años el libro que mas me había marcado. La historia de Jack y Aliena me pareció interesante, aunque tópica, pero el premio gordo del interés se lo llevaban los sucesos alrededor de la excelentemente descrita catedral de Kingsbridge (soy un amante de la arquitectura de las catedrales, no un entendido, pero me atraen mucho como monumentos) y la subtrama de un personaje santurrón, bueno hasta decir basta, pero carismático como Philip, prior de St. John in the Forest.

Sigue tras el salto

Como iba diciendo, comencé a devorar con avidez este "Un Mundo sin Fin", deseoso de que Merthin y sus avatares del destino fueran, como mínimo, la mitad de interesantes que los que recordaba en la novela anteriormente nombrada. Por desgracia, trata de repetir esquemas pero sin conseguir alcanzar completamente el interés del lector, al no haber un hecho común desde donde comenzar a interrelacionar las tramas de los distintos personajes, todo se basa en un lazo débil de amistad infantil, en relaciones familiares muy oportunas y en casualidades forzadas.

Estos defectos pueden ser pasados por alto si no fuera por el asquero tufo a sacacuartos que tiene la obra de Follet, el ni siquiera esforzarse por darle un poco de empaque a la historia central que sea algo mas que los devaneos sexuales de Merthin y Caris (que pasa por absolutamente todos los estadios sexuales posibles) hace que la atención se desvíe a otros puntos mas interesantes, siendo por desgracia las historias mas interesantes las que menos espacio ocupan entre las páginas del libro. Tanto Thomas como Gwenda son los personajes que mas matices presentan, no son héroes ni villanos, simplemente se adaptan a las situaciones y luchan por salir adelante. Sus pasajes de la historia son los que se leen con mas avidez, y por desgracia son los mas breves para darle mas protagonismo a "la historia de sexo amor" que acaba sumiendo al lector en el tedio.

Seguramente hayan sido mis expectativas las que me han hecho masacrar un texto, que aún con todos sus defectos, se merienda con patatas a esa soberana mierda que escribió Ildefonso Falcones, ya que ésta, al menos, tiene algunas partes interesantes en la historia, aunque sean secundarias.

Recomendación musical: Mike Oldfield - Heaven's Open