22/10/11

Mary & Max


Me gustaría poder decir que soy un cinéfilo, capaz de ver y entender toda la obra de Terrence Malik una y otra vez, apreciando toda la belleza y el mensaje de sus imágenes e incapaz de dormirme ante tanta emoción. Me gustaría saber analizar los fallos de las películas que consiguen abstraerme del mundo en el que vivo con entretenimiento puro sin necesidad de tomarme por (muy) tonto, me gustaría ser capaz de ser de esos que dicen que "Spielberg no es para tanto, es muy comercial, vendido..." y que saben exactamente qué es el "cine de autor". Pero no lo soy.

Me he dormido con todas y cada una de las películas de Terrence Malik (sí muy bonitas, pero yo quiero que me cuenten una HIS-TO-RI-A), me encantan los blockbusters dedicados simplemente a entretener sin pretenciosidad, soy un fan irremediable de Steven Spielberg (y ahora también de Nolan) y para mi "cine de autor" tiene dos significados: a) no tener un duro y tirar de ingenio para contar una buena historia ("Little Miss Sunshine"); o b) coñazos que no entiende ni Dios pero que ganan premios ("La Soledad"). Por eso no voy a decir que he descubierto Mary & Max, de hecho la descubrieron por mi hace más de un año, y yo como excelente despistado patológico que soy la he ido ignorando hasta anoche, donde la última insistencia tiene su fruto... Bendita insistencia.

La película nos narra la relación entre Mary, una niña con poca suerte en la vida residente en Australia y Max, neoyorkino de 40 años con síndrome de Asperger. Las vidas de ambos son patéticas y solitarias. Ninguneados por el mundo, se agarran a sus pequeños placeres para salir adelante, formándose entre ellos una relación muy fuerte que nos será narrada con mucho humor negro y crudeza.

Pese a su aspecto de película de dibujos, Mary & Max es un film donde se retratan sin pudor las miserias de los personajes y el mundo, donde nos dan donde mas duele y no se corta a la hora de estrujarnos la sensibilidad hasta dejarnos secos. No me malentendáis, no es una película desagradable, pero sí muy sensible, toca muchas emociones, y es difícil no empatizar con ese par de monigotes de plastilina desgraciados y feos.

Y así se pasan 90 minutos de puro cine, con un final que dejará muchos ojos anegados en lágrimas, una oda a la amistad, a la aceptación y al amor fraternal. Con frases que se quedarán grabadas a fuego en la memoria de los espectadores, y momentos tanto hilarantes como tristes que dudo mucho que cualquier película de imagen real puedan llegar a superar.

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