29/8/14

Raspberry Pi

Como buen informático soy un culo inquieto. Suelo marcarme retos, hacerlos y, aunque sean útiles olvidarlos en un rincón hasta a saber cuando. Webs, software, integrados, consolas..., cacharro que cae en mis manos, cacharro que destripo, lo modifico con las herramientas que tengo a mi alcance, y lo dejo olvidado en un rincón.

Tal vez por esta razón me hice con una Raspberry Pi, de la cual me llevaban hablando tiempo y tiempo. La Raspberry viene a ser un PC del tamaño de una tarjeta de crédito, alimentado por un micro-USB (como si de un Smartphone se tratara) y con el que se pueden hacer millones de cosas, con lo cual, si te gusta "jugar", tienes una comunidad enorme y una innumberable cantidad de proyectos sobre los que echar tus zarpas. Además tienes opciones, si te gusta implantar puedes crearte el, como a mi me gusta llamarlo, "CENTRO DE EMULACIÓN DEFINITIVO", o un Media Center que te reproduzca las películas que tienes almacenadas en un disco externo/NAS/Ordenador Windows. También puedes bajar un nivel e instalarte Raspbian (o cualquier otra distribución basada en Debian) y desarrollar o usarlo como centro de descargas, hacerte tu propio NAS o, simplemente, ver hasta dónde puedes llegar con un ARM a 700Mhz overclockeable.

El problema viene cuando instalas un centro multimedia que manejas con el móvil (algo absolutamente TRIVIAL, los requisitos para montarlo son mínimos), le enseñas a manejarlo a tu pareja y no te deja jugar más con tu cacharro.

 Y es que si te haces con tu primera Raspi, no será la última...

 PD: No es publicidad, simplemente me apetecía darle vida a esto contando que tengo un cacharro que me está dando horas y horas de diversión, o estaba...