12/5/15

Sueño del Fevre


No soy un gran admirador de George RR Martin. Lo descubrí con su célebre saga Canción de Hielo y Fuego, antes de su éxito arrasador, y siempre me ha parecido que se iba por peteneras con relleno innecesario. Pese a que al final siempre consigue mantener el interés para saber cómo acabará la batalla campal por el trono de hierro, el exceso de historias que no aportan nada y sucesos que desaparecen de la memoria del lector hace que no lo vea como un referente en la literatura fantástica, aunque reconozco su valor como culebrón de época.

Sin embargo, en una de estas búsquedas de libros de género, llegó a mi una recomendación por parte de un amigo con exceso de bilis en su organismo de otra novela escrita por el amigo Martin. Yo andaba buscando un relato de vampiros, alejado un poco del ñoñismo de Anne Rice, y me recomendó encarecidamente este Sueño del Fevre

La historia nos relata hechos acaecidos en el lecho del Mississipi durante el siglo XIX. En esa época los vapores son los reyes del río, y Abner Marsh fue un privilegiado en cierta época hasta que perdió todo lo que en su momento consiguió. Ahora es un modesto capitán de un único destartalado vapor llamado Eli Reynolds, con graves problemas económicos para mantener su empresa. Por ello, la sorprendente inversión que un desconocido llamado Joshua York es su tabla de salvación. No sólo solventaría sus inquietudes económicas, sino que además le permitiría construir el vapor de sus sueños.

Lo único que le hace desconfiar son las extrañas costumbres de su socio, que sólo salga de noche, sus extraños amigos, su pálida tez...

Sí, sabéis de qué va la novela, va de vampiros, y además tiene el valor de obviar toda la mitología creada, ya sea por Bram Stocker para su Drácula, ya sea por los inventores de La Mascarada, o por la propia Anne Rice para crear la suya propia. Una mitología que no se anda por las ramas ni se escuda en fábulas bíblicas, sino que es bastante más simple y directa. En realidad una de las grandes virtudes de esta novela coincide con su mitología. No se enreda en tratar de ganar una complejidad que no precisa para enganchar al lector, sabe lo que quiere contar, sabe que no precisa de más páginas para contarlo, y así lo hace. ¿Qué te pasó luego amigo Martin?.

Pero una historia, por interesante que sea, no es nada sin sus personajes, y esta dibuja perfectamente a su trío protagonista, otorgándole el protagonismo total, y dotando a unos escasos secundarios de un ligero peso como comparsas. Y es que esta novela, además de un interesante relato vampírico, es una maravillosa oda a la amistad, al respeto interracial, y como contrapunto crea un maravilloso villano nihilista y despiadado que en tampoco duda un segundo en mostrar sus motivaciones, y éstas, para horror del lector, son absolutamente lógicas.

Pero frente a él están Abner y Joshua, socios y amigos, leales y seres de honor. El paralelismo entre la esclavitud legal en aquella época en el sur de Estados Unidos y las diferencias entre vampiros y humanos salpica toda la historia, de forma disimulada o directa según qué pasajes, y la posibilidad de convivencia también.

Al final devoramos el relato cogiendo un cariño inusitado a sus personajes, valorando al antagonista que da más empaque a la aventura, y, al final, teniendo la sensación que más que una historia de terror, hemos leído una historia de amistad en su estado más puro.

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